viernes, 21 de enero de 2011

COMPONIENDO

El cenicero repleto de colillas humeantes sobre la mesita de noche.
El olor del tabaco inunda la casa, el pequeño refugio del compositor.
La cama del cuarto está desecha, revuelta, de resaca.
Sobre el escritorio cientos de partituras en blanco y negro.
El compositor ha salido a la terraza, esa con vistas a la luna. Se ha sentado en el suelo helado, a liarse una inspiración, esa que le ayuda a sacar las últimas letras y le ayuda a dormir.
Las primeras caladas son efímeras, suaves, y el humo va adormeciendo a la luna.
El compositor habla con ella y juega con sus musas. Melpépone le canta en su oído, Terpsícore baila para él, Erato y Polimnia le deleitan con su amor.

Va pasando la noche y la música sigue sin aparecer. Tirado en la cama, ve aparecer las primeras luces del alba. Piensa en su vida, esa vida que ha ido descomponiendo, también su vida está en blanco y negro.

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