¿Y aún te atreves a preguntar que me pasa?
¿Cómo recomponer el alma que has hecho pedazos?
Como cada día desde meses, recojo los pedazos de mi alma, me pinto los labios y salgo a emborracharme hasta que tu rostro desaparece en el fondo de la copa.
Doy tragos largos, que queman mis entrañas, como dagas que me atraviesan el estómago, y van directas al cerebro produciendo un dolor más fuerte que el que dejo tu marcha.
Me libero de la consciencia y dejo de recordarte por unas horas, por unas amargas horas en las que no consigo añorarte.
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